VIAJANDO POR ESPAÑA
Málaga: descubriendo el secreto de una ciudad que enamora
Texto y fotos: Alex Caberta
Crónica sobre el encuentro con un lugar del mundo que siempre brilla alto en la memoria.

Voy a revelarte un secreto sobre esta ciudad. Pero permíteme antes contarte algunas cosas… Mi expectativa por conocerla siempre fue alta, así que indagué cuanto pude, anticipé mis pasos, aprendí de sus sabores, corroboré qué benévolo es su clima, presté atención a una veintena de vídeos en YouTube y sumé lectura acerca de que esta ciudad no solo es atractiva desde el punto de vista del turismo, sino uno de los rincones del mundo más bonitos para vivir. Argumentos, testimonios, columnas y relatos me despertaron una de las fusiones más efervescentes que pueda tener un conquistador de nuestra era: la de la intriga en sintonía con una fascinación anticipada.
Entonces supe que iba a ir a Málaga. Sabría por mí mismo cómo es este tesoro de la bella Andalucía.
En tren hacia el sur de España
Llegué a España desde Miami, en un vuelo de Iberia que al aterrizar en Adolfo Suárez Madrid-Barajas me conectó con uno de los trenes Renfe de alta velocidad (conocido como AVE), para viajar durante 2 horas con 28 minutos hasta poner mis pies sobre la estación María Zambrano.
Tomé mi maleta y simplemente salí de la estación en modo observación, que es el que enciendo al llegar a un destino por primera vez; eso implica callar y observar, no pensar en mis cosas (que para eso uno dedica tiempo al programarlas) y concentrarme en abrir mis sentidos. Dejarlos hacer su trabajo.
El día era perfecto, la temperatura era ideal, caminé y caminé, y lo hice como me gusta: sin prisa. Solo me detuve algunas veces para tomar fotografías muy valiosas para el historial del viajero, es decir, esas que capturan lo que llamamos primeras sensaciones, primeras impresiones, primeros escenarios.

Por Alameda Principal
Tomé nota y registro de la gente, de sus voces, de los edificios cuidados, de las tiendas, de los puestos de flores, de los balcones, de las veredas anchas de Alameda Principal. Por esa avenida llegué hasta la estatua Marqués de Larios (que da comienzo a la calle peatonal) y al acercarme a mi hotel ─bendición de ubicación─ me deslumbré mirando la catedral…
Check-in en Molina Lario, una ducha reparadora, almuerzo ligero, té intenso.
Luego salí para ver qué encontraba en el perfil circundante. Y entonces noté que un restaurante callejero se encadenaba a otro más elegante, y estos a un café, y este a una cantina de pastas, y este otro a montones de mesitas que sobre las aceras no dejaban de acomodar turistas disfrutando jamones serranos, mariscos, sandwiches, tortillas, sidras, cervezas. Y todo ello entre callejuelas que suspenden en el aire el eco de murmullos felices, que enamoran de color y que proyectan sombras intensas porque reciben el resplandor de una ciudad que vive iluminada.
Avenidas, ciudadelas y una basílica de 1582
No importa qué hora sea. Málaga es una ciudad vivaz. Cada metro que das aquí depara una sorpresa sobre la travesía de la historia y la comodidad del presente. Caminas con la Alcazaba y el castillo de Gibralfaro contándote sobre siglos y siglos de sucesos, hablas frente a frente con Dios en «la Manquita» (Basílica de la Encarnación) ─una de las catedrales más hermosas que he visto en mi vida─… y pruebas turrones o helados, o te compras algunas prendas en Zara o Bershka en el centro. Apuntas entradas para el Museo Picasso Málaga, y conversas con quien al pasar te sonríe o con aquel que te ofreció un consejo sobre cómo llegar a El Corte Inglés.
Así fueron las primeras vivencias, así de promisorias.

Solo el comienzo…
Al segundo día, luego de desayunar bien temprano, tomé mi mochila y mi Sony Alpha en dirección al mar.
Ese objetivo me llevó hasta el Palmeral de las Sorpresas y al Paseo del Muelle Uno para admirar y obtener vistas panorámicas que llenan de horizontes el espíritu. Desde allí vislumbras que el arte dice presente en todas partes (incluso debajo de un cubo de cristal que emerge vibrante del Centre Pompidou), y por aquí eliges una mesa para cenar en una próxima noche o contemplas vitrinas de tiendas de moda. Es que este paseo marítimo de dos niveles lo aúna todo.
Miras incrédulo y la vista te lleva hacia una postal que desborda tus pupilas, miras incrédulo y piensas que esta ciudad no podría ser mejor ─y si lo fuera─ no imaginas cómo.
Pero hay más, mucho más. Tanto como ver el puerto, los cruceros amarrados, el faro La Farola de 1817, y por fin… descubrir la arena dorada de las playas. Miras incrédulo y la vista te lleva hacia una postal que desborda tus pupilas, miras incrédulo y piensas que esta ciudad no podría ser mejor ─y si lo fuera─ no imaginas cómo.
Luego avancé por el paseo Matías Prats copiando el dibujo de la costa y escuché la risa de niños jugando la travesura de las olas. Vi chicas y chicos creando historias de TikTok y gente mayor que prefirió dejar de lado las novedades de la prensa para conversar con tranquilidad. Hay edificios con balcones que se asoman a la dinámica costera de la zona, hay pequeños bares que llaman «chiringuitos» y hay una playa muy reconocida que alguna vez debes haber sentido nombrar…

El secreto prometido
Y fue cuando llegué a La Malagueta que me contuve de continuar camino. Simplemente me recosté en la arena, saqué mis gafas de sol, inspiré profundamente. Y con el perfil de una ciudad coronada por montes verdes y frescos a mis espaldas, entendí que a Málaga hay que descubrirla con pausa, hay que andarla a su ritmo, hay que comprender su carácter distendido, caminar su pasado y explorarla si acaso te has entrenado en saber apreciar.
…entendí que a Málaga hay que descubrirla con pausa, hay que andarla a su ritmo, hay que comprender su carácter distendido, caminar su pasado y explorarla si acaso te has entrenado en saber apreciar.
Ella tiene un torrente de vida surcando sus brillantes baldosas y avenidas gentiles como pocas pueden atesorar. Y si al comienzo de estos apuntes te comenté que iba a revelarte un secreto, ahora mismo te diré que este es el lugar (la ciudad, su gente, la playa) que eligió el sol para construir su hogar.
Texto y fotos: Alex Caberta | Producción: Viviana Rosa
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