MURMULLOS DE CIUDAD
Las cartas que no escribimos
by Alex Caberta

Hace un tiempo, buscando locaciones para un reportaje fotográfico encargado por una revista, me encontré en la calle con un buzón… y así como muchos de ustedes saben de qué estoy hablando, hay otros que no tienen idea de si se trata de un viejo amigo ─con cara de «¿qué haces por aquí?»─ o de un duende urbano que anda por los barrios asustando a los niños.
Cilíndrico, metálico, anclado a una esquina, olvidado. Con una boca grande que en otras épocas era ávida a devorar preguntas y a comer de un cruento bocado, notas e historias de amor.
Estos meses y este año tendrán con el paso del tiempo, infinidad de sensaciones que serán difíciles de borrar en nosotros. La cuarentena que aún no tiene fin en muchas ciudades nos han tenido mirando por el celular un mundo en pausa más de lo debido, y también escuchando voces que dicen cosas en nuestro interior; y mientras que en el primer caso ya sabemos de qué se trata, en el segundo no está tan claro. Hay quienes juran que son voces nuestras… (¿lo dices en serio?).
«No encontrarnos en nuestras rutinas ha de ser inquietante, pero no saber quiénes somos habrá de ser desolador» es parte de algo que escribí al comienzo del confinamiento. Y ese no saber no es literal, sino el resultado de entender que tenemos hoy más incógnitas de las que suponíamos.
¿Entonces?
Entonces probé con ir hasta donde está aquel viejo buzón para preguntarle si aún estaba dispuesto a seguir trabajando, si estaba dispuesto a tener un apetito de mensajes más aptos a los tiempos de su juventud que a los de esta actualidad domada por pantallas de alta resolución. Y él estaba ahí, justo donde lo dejamos. En una esquina, donde lo dejamos. Bajo una cuarentena eterna, así lo dejamos.
Así que me armé de valor y entusiasmo porque creo que deberíamos dejar de malgastar abrazos como si estuvieran de oferta y escribirnos más, decirnos más, sin emoticones ni frases que nadie dijo y con las que tanto se quiere ajustar el pensamiento. Deberíamos poder tomar una pluma como una manera de expiación y ante tanta incertidumbre hacer lo que más debemos: por un lado preguntarle al futuro qué va a hacer con nosotros (y no sé qué piensas tú, pero en mi caso me importa menos el temor y mucho más las consecuencias), y por el otro, escribirte queriendo acompañar el cómo vas.
Tú envías tu carta y esperas paciente la respuesta; las verdaderas no siempre son inmediatas… desconfía de eso; hay una vida paralela que solo quiere conseguir más “likes”. Y para ser sinceros, todo se ha vuelto algo vulgar, aburrido y cansador.
Hey… quisiera tomarte de la mano para caminar juntos la playa de South Pointe Beach, donde la aurora es un óleo de paz que me gustaría regalarte.
Hey… quisiera preguntarte si el brillo de tus ojos es lo que tanto viene iluminado estas calles. Y supongo que algo puedes decirme al respecto.
Hey… hace tiempo que dejé de saber de ti, y aquí estoy, queriendo no ser el mismo.
Tus cartas podrían partir sabiendo que no importa a cuántas millas están las ciudades que queremos, los paisajes que necesitamos, la compañía que no esperábamos. Las palabras que derrames, recuérdalo (o descúbrelo), tienen el inmenso poder de borrar de un golpe certero todas las distancias, todas las fronteras, los prejuicios, las barreras.
Imagina así, que el cartero golpee tu puerta y que te encuentres con una hoja de papel entre tus dedos redactada de puño y letra por alguien que te asegura que «…aquí estamos. No sabemos dónde, pero más apasionados».
¡Vamos! Que todavía deben de quedar algunos buzones en alguna calle de tu ciudad. Dentro de unos días prueba alzar la vista hacia un pedazo de cielo; por allí podrían ir misivas en vuelo. Más adelante, cuando vuelvas a subir a un avión y mires por la ventanilla, presta atención: acaso no sean nubes. Las cartas que no escribimos pueden dejar todo donde está, pero las que todavía estás a tiempo de enviar, quizás sean los nuevos atlas que resalten próximas rutas en nuestra historia.
Texto y foto: Alex Caberta © 2020 Vamos a Miami – All Rights Reserved
“Buzones” : los hay todavía, es cierto, pero estaba convencida que sólo quedaron en carácter de “monumento histórico “ ! De todas maneras me gusta el reto de escribir una carta y destinarla… y esperar…estamos a tiempo, no?? ♥️
Tantos años lo hice. Lindisima la esperanza de respuesta…
Deben ser monumentos que tenemos que declarar patrimonio cultural y social de las ciudades y pueblos y plazas con sus iglesias a un costado. Lo importante, también, es resaltar que más allá de con qué hagamos posible el mensaje, es saber que sí estamos a tiempo de escribir, de ser un emisor de nuestro tiempo, de saber que los sentimientos no serán llevados por el viento (ni por las conexiones digitales) sino por la energía con la que elegimos cada palabra para expresarnos, para sentir la emoción del envío y la inquietud inquebrantable de esperar la respuesta. Aquí mismo estás… Read more »
Quiero que sepas, que acabas de sacarme de los mas profundo, en un momento en que creo estar llegando al fondo de mis fuerzas, un gran y franca sonrisa! ESO ES ESTAR JUNTOS! Grace…
Qué emocionante Graciela… ¡qué fantásticamente se siente que me cuentes que esas sonrisas que necesitamos afloren entre estos encuentros de crónicas, de reflexiones, de cuentos y pequeños milagros. Celebro todo esto con mucha alegría y con un sonrisa también grande, sincera y preciada. ¡Agradezco encontrarte! ─Alex
Acabo de leer el texto sobre escribir cartas y realmente me emocionó porque trajo a mí memoria mi infancia, aquellos tiempos felices dónde para comunicarte con familiares, amigos que vivían lejos, lo hacías por carta. También cuando nos íbamos de vacaciones mandábamos una postal con paisajes del lugar,y todo era más bello, más afectivo, más apreciado. Gracias por esta tarde de domingo en mí Argentina encerrada, y por traerme un pedacito de vida tan amada!!!!
Estimada Marcela… saber que «Las cartas que no escribimos» te ha emocionado es ahora mi propia emoción. Saber que he logrado despertar tan bonitos sucesos y momentos de tu vida es algo difícil de explicar cuando escribes y no sabes cómo repercuten las palabras que uno ha deslizado al publicarlas. Quiero comentarte que estuve tentado a mencionar eso de ir de vacaciones a algún lugar y elegir, comprar, escribir y meter en un sobre una postal… por razones del espacio que hoy quería usar en esta columna, no lo hice… así que me encanta que seas tú quien lo haga.… Read more »
Gracias Alex !!!! Siempre he amado leer y descubrir este espacio de reflexiones y cuentos ha llenado mi alma de alegría.Esperaré ansiosa cada domingo y mientras tanto leeré lo publicado.Muchisimas gracias por darme un rayito de luz en estos tiempos tan tristes y oscuros del mundo y peor de mi Argentina!!!!!
Tal como lo dices, el mundo (y algunos países más que otros) estamos viviendo tiempos algo oscuros y sobre todo inciertos… no sabes lo que me alegra y completa, que desde este pequeño rincón pueda aportarte ese «rayito de luz» que yo también recibo de ti cuando lees «Murmullos de Ciudad». Leer es fascinante y enriquecedor, sí…
Y desde ya que nos encontraremos por aquí; ¡muchas gracias Marcela! ¡Una linda semana para ti! ─Alex
Todos los domingos café en mano leyendo sus textos… Éste, de mis preferidos! Me encantó!!!! Hermoso domingo para ustedes y gracias como siempre por compartir cosas tan lindas ❤️❤️
Querida Ce Ce: ¡nosotros te damos las gracias a ti! Contar con tu compañía y con tu lectura es todo un placer. Aquí en Vamos a Miami, todo cuanto hacemos e intentamos (y nos entrenamos duro) queremos que esté hecho por los «animales de la comunicación» que aspiramos a ser. Y no estoy diciendo que lo seamos, pero nuestra energía parte de allí. Anhelamos llegar, acompañar, transmitir, conmover y despertar sentidos. Para viajar, para conocer, para explorar… y principalmente, para escuchar lo que los viajeros, los fans, los seguidores y los amigos nos dicen. Todos estamos cargados de experiencias, pero… Read more »
Me hiciste recordar que tuve la suerte de vivir en esa época dónde nos comunicabamos con cartas, la sensación de pensar que se podía perder, la alegría de recibir la respuesta o también arrepentirme del envío justo cuando la dejaba caer en el buzón jaja. Recuerdos que tenía olvidados, gracias por traerlos nuevamente.
Sí… ¡tal cual lo dices Lily! El momento de dejar caer una carta al interior de un buzón es como cuando en esta era de computadoras y celulares pulsamos «Enter» o «Enviar»… pero cuando lo que escribimos en cartas o en mensajes digitales expresamos con sinceridad lo que pensamos, lo que nos intriga, lo que no sabemos, lo que ignoramos, lo que indagamos y sentimos, lo que queda claro es que somos nosotros quienes igualamos el mensaje más allá de las herramientas que usamos para emitirlo. Creo que eso es lo interesante (y valioso) en lo que podemos reflexionar, ¿verdad?… Read more »