Tal vez porque la transito sin parar de descubrir sus ventanas secretas. Seguramente porque he tratado de retratarla como un puente para todos los ojos que quieran mirarla y porque no me resisto al momento de escribir palabras para dar pistas de cómo encontrarla. Adoro dar testimonio de su resonante existencia.

Tal vez porque décadas y años la han visto crecer y prosperar. Tal vez porque no hay manera de referirse a ella sin pronunciar «bella» en todos los idiomas que la nombran.

Entonces, más allá de cómo da sus pasos cada día y supera los errores que tiene como otras, te das cuenta que opta por ser la candidata ideal para presentarse ante millones de viajeros, amigos y visitantes, como una respuesta a sueños, anhelos, planes y objetivos.

¿Qué más puedo decirte? Puedo afirmar que esta ciudad es una amante de verdad.

Te elige para que la acompañes. Te elige para que sepas cómo es despertar junto a ella y para conversar respecto a un presente repleto de luz, candor, música, moda, arte… Te invita a desayunar con un café memorable, a sumergirte en olas bronceadas por el sol y te seduce para que nunca le saques tus ojos de encima. Intentará ir por todos tus sentidos, y no es sorpresa que siempre logre cautivarlos.

Es hipnótica. Su voz es una canción. Le gustará todo lo que tengas para contar sobre su modo de ser y reirá junto a ti sabiendo que miles de veces es la vida misma quien la elige para construir experiencias que valen la pena.

Por ello es Miami, indudablemente, la ciudad que amamos amar.

Texto y foto: Alex Caberta © 2021 Vamos a Miami